La Organización de Consumidores y Usuarios
publicó recientemente los datos de un estudio realizado a partir de la
preocupación por parte de los consumidores respecto a conocer la máxima
información posible sobre los alimentos que adquieren y los aspectos
relacionados con su etiquetado: origen, precio, fecha de caducidad y/o
consumo preferente o la marca que los elabora.
Independientemente de los resultados de este sondeo sobre el origen de los alimentos
— entre cuyas conclusiones principales figuraba que para el 56,9% de
los encuestados se trata de una cuestión de gran importancia, hasta el
punto de que el 40% de ellos estaría dispuesto a pagar hasta un 5% más
para que aparezca alguna mención sobre su procedencia — la OCU recuerda
que en algunos productos es obligatorio indicar el origen:
La carne de vacuno debe indicar lugar de nacimiento, crianza y sacrificio.
El pescado fresco debe incluir el origen mediante
la zona FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura) de pesca o el país, si es de acuicultura o de agua
dulce.
Las frutas y verduras frescas siempre deben indicar el origen.
Los huevos deben llevar al menos el código numérico que indica con letras el país, en el caso de España las letras ‘ES’.
Pollo fresco si procede de fuera de la Unión Europea.
Aceite de oliva, miel y oliva.
El reglamento de información a los consumidores amplia esta
obligación a todas las carnes frescas (cerdo, cordero, pato y pollo, ya
sean congeladas o refrigeradas), pero sujeto a una serie de detalles,
como qué tipo de origen se va a indicar en función de dónde se da el
nacimiento, la crianza y el sacrificio.
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