jueves, 27 de marzo de 2014

Chicote rescata en resturante con Evole de comensal

Creía haberlo visto todo pero no. A pesar de la suciedad, el descontrol y las diferencias de parecer que se ha encontrado Alberto Chicote a lo largo de los programas, en el restaurante “La Masía” se enfrenta al más difícil todavía: la cocina más grasienta y descuidada que ha visto hasta el momento.. Este lunes, en Pesadilla en la cocina el periodista Jordi Évole acude como comensal en uno de los días más importantes del restaurante.

El programa acudio al rescate de un restaurante con el asador de pollos más terrorífico y sucio de la historia del programa. Además, la imposible relación entre dos de sus pilares fundamentales, un padre y una hija, y una situación económica insostenible hacen de La Masía un restaurante al borde del fracaso, a pesar de sus enormes posibilidades.

Enclavada en un encantador pueblo de Tarragona y en un atractivo edificio histórico del siglo XVIII, “La Masía” es un restaurante familiar abierto hace poco más de 3 años por Pep, que ejerce de cocinero y su hija Judith, que trabaja como responsable y encargada del local. Dos personalidades completamente contrapuestas que viven el día a día con auténtica angustia y que apenas pueden convivir sin desacreditarse y gritar a cada momento. Ella es meticulosa, ordenada y limpia. Él es todo lo contrario, descuidado, sucio y con un aspecto muy poco profesional. Además, cuentan con la desinteresada ayuda de la hermana de Judith y de su madre, que a pesar de estar ya divorciada de Pep acude diariamente al restaurante para echar una mano.

Un padre sin rumbo y una hija desorientada

Por fuera “La Masía” es un lugar hermoso y bucólico. Pero dentro es el infierno: suciedad, desorden, manchas y el asador de pollos más grasiento y sobrecogedor de cuantos haya visto Chicote. Además, el enfrentamiento padre-hija, la mala conservación de los alimentos y una falta de previsión alarmante hacen que el restaurante no se sostenga. Alberto Chicote quiere encontrar la raíz del problema pero no le resultará sencillo. Aparentemente, la razón de todos los males se centra en la cocina, reino de un desastroso Pep. Culpa suya son las lamentables condiciones de higiene del local, la enorme capa de grasa del asador de pollos y la desidia en la elaboración de los platos. En la cocina parece un hombre dormido, anulado, sin capacidad de reacción. No imprime a su menú ningún tipo de cariño y además de tenerlo todo desordenado, fuma mientras cocina, no atiende a las órdenes de su hija y ha perdido toda la ilusión. Esto provoca la continua desmotivación de Judith, que está viendo cómo su sueño se rompe en pedazos.

Sin embargo, el chef Chicote descubrirá que el único responsable del descalabro de “La Masía” no es sólo de Pep. Las condiciones higiénicas del restaurante no tienen excusa, pero Judith también tiene algo que ver en el mal funcionamiento del local. A pesar de su carácter minucioso y ordenado, Judith no es capaz de controlar las compras de producto, organizar las provisiones y hacer los pedidos de forma razonada. De este modo, casi nunca tienen los platos de la carta y la clientela sale insatisfecha porque la cocina tradicional catalana que supuestamente se encuentra en “La Masía” no es tal. Alberto Chicote tiene una dura tarea por delante si quiere hacer del restaurante un lugar con encanto que combine tradición, gastronomía de calidad y belleza.