El restaurante italiano Vivaldi es el destino de mañana jueves de Pesadilla en la cocina,
en laSexta. Un local que vive sus días más negros y cuyo dueño y chef
pone a prueba a Chicote con pequeñas “trampas culinarias” para descubrir
si verdaderamente es un profesional y, por tanto, merecedor de sus
simpatías como cocinero. Ubicado en pleno centro de Barcelona y con un
chef formado en las prestigiosas escuelas de su Italia natal, este
veterano restaurante fue años atrás uno de los locales de referencia en
la ciudad. Sin embargo, el carácter amargo y egoísta de su dueño y
cocinero, Giuliano, acabó afectando al negocio y terminó por romper su
matrimonio. Además, el abandono de su mujer por un cliente del
restaurante provocó en él una falta de ánimo y pérdida de pasión por la
cocina que convirtieron al Vivaldi en un emblema del fracaso.
El restaurante vive una situación de ruina y abandono absolutos.
La carta carece de la esencia italiana que un día tuvo, la pasta que
presume de ser fresca no lo es y el servicio en el salón de comidas
demuestra ser desorganizado, pésimo y con falta de interés. No hay más
que ser testigo de una jornada de comidas para comprobar que el lugar
tiene polvo, las mesas están calzadas con servilletas, los segundos
platos salen antes que los primeros, las comandas de unas mesas terminan
en otras… Lo que esconde la cocina no se queda atrás: especias
caducadas hace diez años, materias primas de baja calidad y grasa y
restos de comida de hace semanas y meses.
Dar al negocio la última oportunidad para salvar el restaurante será el objetivo de Alberto Chicote.
Para ello, tendrá que lidiar con años de desidia y con una carta
maltratada por la dejadez de quien un día supo hacer de ella estandarte
de la cocina italiana con encanto y calidad.
A sus problemas del día el día, el Vivaldi suma el peor de los
contratiempos: la sombra del desahucio. Un fantasma que poco antes de la
visita de Pesadilla en la cocina se convierte en realidad
mediante documento oficial. Si no hacen nada por evitarlo, en 10 días
serán desahuciados. El proyecto de toda una vida de Giuliano pende de un
hilo y sus hijos no están dispuestos a permitirlo. Uno de ellos,
Giuliano hijo, con tan sólo 17 años y un bebé de escasos meses, está
decidido a que su padre recupere la cordura y la pasión por el Vivaldi.
Mientras Giuliano hijo ayuda en la cocina, su hermano Alex trabaja de
pinche y camarero.
Pesadilla en la cocina tendrá que darle un giro completo a unos platos que han perdido
la calidad y el encanto, pero Giuliano no se lo pondrá fácil. Por
primera vez Alberto Chicote se enfrentará, estupefacto, a un cocinero
que le pone “trampas culinarias” para comprobar hasta qué punto sabe de
cocina italiana. Chicote admite que hacía años que nadie le hacía
exámenes tan peculiares y que nunca antes le habían puesto pequeños
cebos para ver si daba la respuesta acertada o se dejaba llevar por el
engañol
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