Conocidas como las catedrales del vino, durante los
primeros años del siglo XX proliferaron las bodegas construidas al
amparo de la eclosión del cooperativismo y el Modernismo. Hoy estas
edificaciones se erigen como testimonio vivo de una época convulsa pero
caracterizada por la creatividad, el ingenio y, especialmente, la
colaboración entre propietarios y jornaleros, entre la ciudad y el
campo.
Bodegas. Cooperativismo + Modernismo, exposición que acaba de inaugurar CaixaForum Tarragona
y que se podrá ver hasta el 5 de enero de 2014, ofrece las claves para
entender el valor artístico y la singularidad arquitectónica de estas
bodegas, así como su historia y las innovaciones técnicas y
constructivas que conllevaron. Todo ello, tomando como hilo conductor a
los arquitectos (principalmente a Cèsar Martinell, que proyectó más de
la mitad de estos edificios) y a las personas que vivieron o aún
viven en ellos y con un objetivo final: redescubrir las bodegas que
todavía hoy dominan el paisaje de numerosos pueblos de Cataluña. Para
ello, el público encontrará fotografías, infografías y audiovisuales,
pasando por documentación de la época, así como pantallas táctiles
interactivas y otros elementos museográficos.
La exposición ha sido organizada por la Obra Social ”la Caixa” y el
Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña en el marco del
programa Bodegas Cooperativas que llevan a cabo con el objetivo de
rehabilitar ocho bodegas modernistas de gran valor artístico, así como
difundir su importancia con iniciativas como la muestra que se presenta
ahora en CaixaForum Barcelona.
El vino configura la bodega
Un edificio debe rendirse a aquello para lo que ha sido
construido. En palabras de Gaudí, "la arquitectura no debe poner
trampas". En la mayor parte de las bodegas modernistas no hay nada
gratuito. Los arquitectos de estas bodegas aprenden también a hacer
vino. De este conocimiento sobre cómo hacer un buen vino nacen nuevos
espacios: se adaptan o reordenan los existentes y se inventan otros
nuevos.
Los principales elementos constructivos son la piedra,
el ladrillo, la madera y la cerámica, así como la teja y el estuco. Al
ser tiempos de crisis, excepto en algún caso de competitividad mal
calculada, no hay dinero para la ostentación. Cèsar Martinell es un
seguidor de Gaudí, que le asesora en la construcción de estas bodegas y
cuya huella reconocemos en algunas de sus formas. Sin embargo, la
estética en ocasiones oculta que el arquitecto elige las formas
básicamente por su función. La belleza es consecuencia de la
armonización entre las necesidades funcionales, estructurales y
constructivas.
Los espacios. Las bodegas son diseñadas teniendo en
cuenta el proceso de producción del vino. Es necesario conectar los
distintos espacios para que la uva llegue rápidamente a las zonas de
prensado y después a las cubas y lagares de fermentación. Las cubas en
las naves principales y los lagares subterráneos recogen los miles de
litros de vino producidos cada año. Estos contenedores son separados
unos de otros y ventilados para controlar su temperatura durante la
fermentación y para conducir los gases al exterior. Los trabajadores se
mueven con comodidad entre estos espacios renovados.
Los materiales. La piedra es elegida como elemento
de sustentación y se erige a la vez en ornamentación en fachadas y al
pie de los arcos. Mientras tanto, el ladrillo, con La cerámica es
básicamente ornamental, pero también juega su papel como elemento
constructivo. El azulejo esmaltado se inspira en el mundo del vino en
las fachadas de algunas bodegas. El hierro, tan característico de muchos
edificios modernistas, está poco presente en las bodegas, ya que la
forja requiere un trabajo que encarece y atrasa la construcción. Los
tejados en seco facilitan la ventilación de los espacios donde se
elabora o almacena el vino. Los grandes ventanales resultan un elemento
clave en la iluminación de dichos espacios. El uso de la piedra y el
ladrillo, junto con una buena orientación e iluminación, facilitan el
control de la temperatura en las dependencias de las bodegas. El mortero
resulta imprescindible para unir ladrillos y otros materiales. Además,
el mortero de cal o estuco de las fachadas es fácil de aplicar y
económico. Pese a que la madera está presente en todas las bodegas en
mayor o menor medida, en muchos casos el ladrillo desplaza a este
material. La madera proviene a menudo de Europa, que en el momento de la
construcción de estas bodegas se recupera aún de la Primera Guerra
Mundial.
Las formas. En En busca de una arquitectura nacional
(La Renaixensa, 1878), Domènech i Montaner define las bases del
Modernismo catalán. La inspiración gótica es una de ellas. Ventanales de
este estilo iluminan las bodegas como nunca hasta ese momento. Para la
construcción de arcos parabólicos de ladrillo se emplea material local.
La estructura sigue las líneas de las cargas y trabaja a compresión. Las
enjutas aligeradas abaratan aún más la obra y crean espacios diáfanos
que permiten un acceso fácil a las aperturas superiores de las cubas. En
las naves envigadas, Cèsar Martinell sustituye en algunos casos los
pilares por arcos parabólicos equilibrados y bóvedas tabicadas. El
ladrillo es un material más barato que la madera de Flandes, que tras la
Primera Guerra Mundial multiplica su precio por cinco. En la bóveda
catalana, o bóveda tabicada, los ladrillos se colocan por la parte más
plana creando una especie de hoja que cubre el techo. Es usada en
espacios subterráneos porque maximiza el espacio útil en altura y
resulta a la vez muy resistente y aislante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario