Conseguir que el pan tenga un sabor agradablemente salado sin necesidad de añadir más cantidad de sal puede
que sea posible con tan solo modificar su textura, haciéndola menos
densa. Al menos así lo asegura un equipo múltiple de científicos
alemanes que han trabajado conjuntamente confiando en que sus hallazgos
puedan servir en una estrategia general de reducción del consumo de sal.
El estudio, titulado La influencia de la textura en la percepción salada del pan blanco ha sido publicado en Journal of Agricultural and Food y
entre sus conclusiones afirma que el simple hecho de hacer más grandes
los poros o agujeros del pan puede hacer que el consumidor perciba este
alimento con un sabor más salado. El proceso podría convertirse en una
nueva estrategia para reducir el consumo de sal, uno de los factores de
riesgo en cuanto a presión arterial alta y enfermedades del corazón.
Los investigadores explican que en los países industrializados se
consume a diario, de promedio, doble cantidad de sal que la recomendada
por la Organización Mundial de la Salud. Gran parte de esa sal
—alrededor de un 35% en el Reino Unido y un 25% en Alemania— proviene,
en opinión de los científicos, del pan, que durante milenios se ha
posicionado como uno de los alimentos más utilizados en todo el mundo.
Reducir el nivel de sal en la dieta diaria podría reducir
considerablemente los riesgos cardiovasculares, pero desde siempre, la
gran pregunta ha sido cómo hacerlo de una manera agradable al paladar.
En este sentido, muchos científicos han intentado diferentes métodos,
como el uso de sustitutos de la sal, consiguiendo tan sólo un efecto
limoritado.
Horneada más largo
Sin embargo, algunos estudios sobre quesos y geles han demostrado que
un cambio de textura puede hacer que un producto sepa más salado,
incluso si el contenido de sal es reducida, por lo que los equipos
alemanes decidieron comprobar si esta fórmula funcionaba también con el
pan.
Para ello hornearon pan probando diferentes tiempos hasta que la masa
subiera. Los tiempos más largos originaron panes más suaves con los
poros más grandes. Los sujetos participantes en el estudio calificaron
estos panes más esponjosos como “notablemente más salados”, a pesar de
que contenían menos sal.
"Una modificación apropiada de la textura de la miga, por lo tanto,
conduce a una mayor salinidad, lo que sugiere una nueva estrategia para
la reducción de sal en el pan", aseguran los investigadores en sus
conclusiones finales.
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